Cuando estoy en la mala, aunque mis ojos estén encharcados y mi corazón roto, o me acabaron de robar el celular, o los bancos me azoten a llamadas… Soy capaz de dar las gracias.
A lo largo de mi vida me he dado cuenta que entre cada “mal momento” hay dos bendiciones, así que ya lo sé… Como dice el dicho “no hay mal que por bien no venga”.
La gratitud es la puerta de la abundancia, de la realización, de la plenitud, de la felicidad y en esta vida desaprendemos y aprendemos constantemente y en medio de ese vaivén hay momentos de retos, de dolor, de molestia e incomodidad.
Es mucho más valioso agradecer en esos momento que en el momento en el que se recibe la bendición verdad. Es fácil dar la gracias a alguien que te lleva un reglo de cumpleaños, pero tal vez no es tan fácil dar las gracias a alguien que sientes que te rompió el corazón o que te robó. ¿No es así? ¿Qué tiene más mérito?
Si pienso que cada situación persona o vivencia son las apropiadas para mi camino de evolución, entonces dejo de pelear con la vida, con Dios y hasta con el diablo.
Si elijo pensar eso entonces para sentir paz y fluir y encima de todo me comienza a ir mejor, pues lo más coherente es que aunque me esté sonando los mocos del llanto agudo del momento es que al mismo tiempo y de corazón de las GRACIAS ANTICIPADAS por la bendiciones del momento porque el aprendizaje no demora en llegar y luego del aprendizaje, tu capacidad se va a aumentar y de esa manera una bendición más grande podrás albergar.
Así en las malas o en las buenas, te mando una Sonrisa,
María del Mar Solano B.
Autora – Happiness Coach