Por Marcela Quintero (participante del taller Herramientas de Coaching para la Vida)
Sábado 8.30 de la mañana. Sur de Cali. Llego tarde. Debí haber llegado hace media hora. Recibo las indicaciones cuando las otras 16 personas presentes ya están enteradas de lo que deben hacer. Sigo las indicaciones sin reflexionar. Escojo el muñeco flexible y de color verde. Me presento ante el grupo de forma corta y sencilla. Termino, me quedo en silencio. Lo que acaba de pasar me resulta muy familiar. Tengo la impresión de haber seguido con mucha frecuencia y en automático, las instrucciones de los demás. “Pero hoy no me molesta porque el asunto tiene otro sentido”, pienso.
Estudiar, trabajar, casarse, tener hijos, trabajar y trabajar, comprar, tener… De manera general, esas fueron las instrucciones que supuse que harían funcionar mi mundo de forma correcta y feliz. Pero algo no funcionó.
Durante años me sentí rota por dentro. Me preguntaba todos los días “¿Qué me pasó?”. Si seguí el mismo manual de los demás, las mismas indicaciones, ¿por qué me siento tan perdida? ¿Por qué me siento tan diferente? El malestar llegó a tener tal nivel que yo misma decidí estallar mi propio mundo. Y ahora… ¿qué? Muchas preguntas, pocas respuestas. Por eso esta mañana estoy aquí.
Oigo a los participantes. Ocho mujeres, ocho hombres. La situación no parece tan radical para ellos como para mí, y sin embargo cuando los escucho, capto en todos un tono similar. Percibo esa capacidad de ser valientes y de animarse a buscar un camino propio y diferente. Admiro la honestidad que les permite exponer lo que consideran sus puntos menos fuertes ante un grupo de desconocidos.
Mirar hacia adelante para reconstruirse. Eso es lo que me funciona en este punto de mi vida y por eso el coaching me parece la herramienta ideal. Es duro sentirse perdido. No es fácil empezar de cero. A veces cuesta trabajo pedir ayuda y sin embrago me parece necesario hacerlo.
Identificar mi propia voz. Buscar los colores que funcionan en mi propia película con el apoyo de una persona que logró encontrarse y construir su propio recorrido. Arrugar y romper el manual tradicional. Enfocarse en la esencia. Mirar hacia adentro. Eso es lo que me llevo de esta mañana. Eso es para mí el coaching.
Mi rollo apenas comienza. Pero esta vez, de manera muy consciente, tengo la certeza de que valdrá la pena vivirlo.